Reemplazo total de tobillo en la osteoartritis (OA) terminal
El síntoma principal de la artrosis es el dolor, que generalmente empeora con la actividad y mejora con el reposo. La rigidez y la reducción del rango de movimiento en la articulación afectada también son comunes, especialmente después de períodos de inactividad. A medida que avanza la afección, las personas pueden experimentar hinchazón articular, sensibilidad y el desarrollo de espolones óseos alrededor de la articulación afectada.
Varios factores contribuyen al desarrollo de la artrosis, como la edad, la genética, las lesiones articulares o el uso excesivo, la obesidad y otras afecciones de salud subyacentes, como los trastornos metabólicos. Si bien la artrosis es más frecuente entre los adultos mayores, también puede afectar a las personas más jóvenes, particularmente a aquellas con antecedentes de lesiones articulares o ciertas predisposiciones genéticas.
El diagnóstico de la artrosis a menudo implica una combinación de antecedentes médicos, examen físico, pruebas de diagnóstico por imágenes como radiografías o resonancia magnética nuclear (RM) y, a veces, análisis de fluidos articulares. Las estrategias de tratamiento tienen como objetivo aliviar el dolor, mejorar la función articular y mejorar la calidad de vida. Estos pueden incluir modificaciones en el estilo de vida, como el control del peso y el ejercicio, la fisioterapia, los analgésicos, las inyecciones articulares con corticosteroides o ácido hialurónico y, en casos graves, las intervenciones quirúrgicas, como la cirugía de reemplazo articular.
Se realizó una revisión sistemática y un metaanálisis de los reemplazos totales de tobillo (TAR) modernos para comprender sus tasas de éxito, los resultados generales, las posibles complicaciones, los resultados de las radiografías y el rango de movimiento que pueden lograr los pacientes con osteoartritis de tobillo (OA) avanzada que se someten a esta cirugía.
El estudio demuestra que la artroplastia total de tobillo (TAR) tiene un impacto positivo en la vida de los pacientes, con beneficios que duran diez años, a juzgar por la mejora del dolor y la función, así como por la mejora de la marcha y el aumento de la amplitud de movimiento.